En casi toda España y en Andalucía se conservan numerosos restos y obras de arte que recuerdan la presencia musulmana. Hay monumentos bellísimos, como la Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba y la Giralda de Sevilla. También quedan restos que nos hablan de un pasado esplendoroso, como los de la ciudad-palacio de Medina Azahara, mandada construir por el califa Abderramán muy cerca de la ciudad de Córdoba.
Un gran palacio ocupaba la parte más alta de Medina Azahara, como símbolo del poder del califa. También había otros palacios pequeños, grandes edificios administrativos, una mezquita y viviendas.
En los palacios se desarrollaba una gran actividad que abarcaba la política, la dirección del ejército y la vida cultural. Los artistas, los sabios y los poetas la frecuentaban a menudo.
La vida en estos palacios era suntuosa y refinada, con una amplia corte de servidores. Había grandes salones para la vida social y distintas dependencias para las tareas de gobierno y administración. En los jardines abundaban las fuentes y los estanques, que ocupaban un lugar importante y estaban muy bien cuidados. En ellos, el agua, además de refrescar el ambiente, era también un importante elemento decorativo.
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